«24 horas al día me parecen pocas»

Luis Torres es un supernumerario del Opus Dei de 70 años que desde su jubilación como directivo se ha implicado intensamente en una institución atiende al colectivo de los llamados “sin hogar” en Gijón

Luis Torres.

La centenaria Asociación Gijonesa de Caridad, una institución que con la ayuda de la Congregación de las Hijas de la Caridad atiende al colectivo de los llamados “sin hogar”, está formado por indigentes, reclusos, inmigrantes, refugiados y personas carentes de medios económicos.

Luis está entusiasmado con esta tarea y además de ser, como dice una de las religiosas, uno de los “motores”, se ha encargado de escribir un libro que cuenta la historia de esta institución.

¿Cómo te lanzaste a esta aventura?

Un amigo recientemente fallecido, también del Opus Dei, que llevaba trabajando a tope en la Asociación desde la posguerra, me animó a tomar las riendas. Yo acaba de prejubilarme. Mi último empleo fue la Jefatura de la explotación de Repsol-Butano en el Noroeste de España. No me lo pensé dos veces. Es una tarea apasionante.

¿Quién atiende esta institución?Diez Hijas de la Caridad, que trabajan con una entrega envidiable. Aquí vivió Sor María Casado, que fue testigo, durante su juventud, de los comienzos del Opus Dei entre los enfermos incurables de Madrid. En 1932, cuando estaba en la Enfermería del Hospital del Rey, Sor María atendió en su lecho de muerte al capellán de la Enfermería, que era don José María Somoano, un joven sacerdote asturiano, de Arriondas. Don José María fue uno de los primeros sacerdotes diocesanos que se vincularon con el Opus Dei.

Contamos con más de 70 voluntarios (jubilados, amas de casa y jóvenes solidarios) y algunas personas contratadas.

¿Cuál es el cometido de esta institución?

Las personas a las que atendemos carecen de vivienda y de recursos económicos, y eso les aboca a la marginación social. Muchos viven en las calles, practican la mendicidad, tienen graves problemas materiales, de afecto y deterioro físico-psíquico debidos a drogas, alcohol, enfermedades psíquicas, etc.

¿Qué les ofrecéis?

En primer lugar, cariño. Esto es fundamental. Después, todos los servicios materiales más perentorios. En primer lugar, una “cocina económica”. Damos alrededor de 260 comidas y cenas diarias. Sólo cobramos 70 céntimos a quien pueda darlos. Contamos con un comedor de 80 plazas y ofrecemos un menú de tres platos. Es un buen autoservicio. Por supuesto, funciona también los días festivos.

¿Qué más servicio?

Es muy importante también el “albergue nocturno” para personas sin hogar y transeúntes, con una superficie de 500 m2, dotado de calefacción, servicios sanitarios, salón de TV y habitaciones de dos o tres camas, con capacidad para 28 plazas. Se sirve además el desayuno. Como habrás visto, las instalaciones nada tienen que envidiar a un hotel modesto.

¿En qué consiste el “Centro de acogida”?

Es un centro para el colectivo de jóvenes sin hogar, con problemas de adicción a las drogas, al alcohol, al juego. También para inmigrantes sin techo o los que se encuentran en prisión o acaban de salir de ella, desempleados, etc.

Para esto hará falta personal especializado…

Para esta labor concreta contamos con 5 educadores especializados que les atienden las 24 horas del día. Por ejemplo, recogemos a los drogadictos que han tomado la decisión de dejar las drogas. Nosotros los preparamos para que cuando se encuentren en condiciones puedan pasar al “Proyecto Hombre” con el que mantenemos una estrecha relación.

¿En qué consiste la atención a los presos?

Hay internos que pasan los permisos con nosotros. También recogemos a quienes han terminado de cumplir la condena y no tienen dónde trabajar. Viven aquí hasta que se encuentran en condiciones de tener un empleo. También vamos a visitarlos a la cárcel. No te puedes imaginar la alegría que se llevan. Los que visitamos por primera vez no salen de su asombro.

¿Cómo emplean el tiempo los presos y los adictos?

Contamos con un buen taller de encuadernación sin fines lucrativos. Un instructor les forma para que realicen esta tarea de modo profesional. Además, cada interno puede desarrollar su oficio en el centro o prestar ayuda en otros servicios. Trabajo nunca falta. Y contamos con servicio de lavandería para todos los que viven o pasan por el Centro. Igualmente disponemos de un servicio de peluquería y otro de ropa gratuita, para vestir dignamente.

La ropa proviene de la que entregan grandes almacenes a bajo coste, ropa usada que llega limpia o la lavamos aquí. Como anécdota, te puedo contar que hace poco vestimos a un novio de pies a cabeza para su boda. ¡Ah!...no te lo pierdas, también contamos con un servicio higiénico y de duchas. Pueden utilizarlo cuantas personas lo deseen.

¿Proyectos?

Estamos a punto de ofrecer unos apartamentos para gente que lo necesite. Enseguida vendrá una madre con su pequeño y una abuela, madre y nieta. Acogeremos a mujeres gestantes y familias muy necesitadas. Además, a partir de una herencia recibida, en breve comenzará a construirse un geriátrico para 170 ancianos necesitados y una unidad de cuidados paliativos para enfermos terminales.

¿Cómo se subvencionan esta ingente actividad?

Contamos con 150 socios que cooperan con cantidades mensuales. Recibimos ayuda también de entidades públicas y financieras. Y yo diría que de toda la ciudad. Todo el mundo está al corriente de nuestra labor.

¿Pero esto, no lo realizaría igualmente una institución pública?

No se podría. Las personas que trabajan aquí ofrecen un plus de atención personal, de total entrega y cariño de clara inspiración cristiana que sería impensable llevarlo a cabo de otro modo. Toda la ciudad sabe que es una actividad de la Iglesia de primer orden. La capilla es el corazón de todo nuestro trabajo.