Codo con codo junto a cuatro premios Nobel

Alumnos del Colegio Retamar aprenden que no hay contradicción entre ciencia y fe en unas Olimpiadas mundiales de Ciencias y de Física para estudiantes

En noviembre pasado dos profesores de Retamar estuvieron una semana en el CERN en un concurso para actividades pedagógicas de física. Allí presentaron algunos trabajos realizados en el departamento de ciencias del Colegio a lo largo del año académico anterior. 

Aunque no ganaron el concurso, sirvió para conocer a otros profesores e iniciar el trato profesional con ellos. A un periodista que seguía la actividad le sorprendió que desde un Colegio en el que se da importancia a la formación religiosa se procurara fomentar el espíritu investigador. Hablando con más asistentes, vieron que es un prejuicio común en estos ambientes, como si la ciencia y la fe estuvieran reñidas. 

Movidos por esta idea, prepararon un pequeño folleto que repartieron en la Feria de la Ciencia en Madrid, donde el Colegio Retamar tuvo un “stand”. Junto a algunos ensayos sobre Microgravedad, Newton, etc. había un breve artículo que recogía frases de científicos sobre Dios, mostrando como no existe contradicción entre la fe y la ciencia. Se lo llevaron muchas personas y han recibido comentarios muy buenos de algunos profesores de otros colegios.

En Navidades se pusieron a preparar las Olimpiadas Científicas, que son unas competiciones por equipos para chicos de diecisiete años. Prepararon a tres grupos, pero sólo uno de ellos llegó a la Fase Nacional. El 4 de enero recibieron, con retraso, un material de cultivo de microbiología, pues una de las pruebas era sobre ese tema. Tenían que recoger muestras en un aula, pero como el colegio estaba vacío, por las vacaciones, los alumnos fueron a otro lugar en el que hubiera gente: el Metro. 

Los chicos, que son un poco bajos de estatura para su edad, abrieron las placas “petri” y se sentaron a esperar los quince minutos que decía el protocolo. Al poco tiempo, llegó una persona de seguridad y les dijo: “¿qué hacéis?” Ellos contestaron con sencillez: “Criando bacterias”. Al guardia le entró la risa, pero les animó a que se fueran, y tuvieron que acabar la recogida de muestras en otro sitio.

Entregaron los resultados de los experimentos -química, física y biología- y un equipo, compuesto por Álvaro, Miguel y Fran fue seleccionado para la Fase Nacional, que se celebró en Murcia. Quedaron los primeros y pasaron a la Fase Europea donde compitieron con 22 equipos de 12 países.

“En Bruselas hablamos con muchos chicos de otros países; los de Chipre estaban muy interesados en conocer cosas de España y, hacían preguntas sobre Dios: la fe y la razón, ciencia y Teología…”, comenta Álvaro. “Nos hicimos también muy amigos de Marc, un irlandés católico y que no se conformaba con ir a Misa los domingos”, dice Miguel. “El Jefe de la delegación española, Juan Antonio, un catedrático de la Universidad Complutense, de cierta edad, nos "adoptó" como nietos. Estaba muy pendiente de nosotros, si pasábamos hambre, si estábamos bien...” 

Académicamente, salió bien la olimpiada, pues ganaron una medalla de plata, que es la segunda que consigue España. Además, salimos varias veces en la prensa nacional y nos entrevistaron en algunas emisoras de radio. 

La Olimpiada de Física fue también un éxito. “En la fase local, se clasificaron tres: Iñigo, Juan y Fran”, comenta José Francisco Romero, uno de los profesores de Física del Colegio Retamar. “Y en la fase nacional consiguieron el primer puesto, el cuarto y el decimoprimero". 

La fase nacional fue en Teruel y allí conocimos a dos chicos de institutos de Guadalajara que asistieron con nosotros a la Misa del domingo y que se hicieron amigos de los alumnos. Las pruebas de la fase en Teruel fueron un viernes de cuaresma y la organización no había contemplado la abstinencia: no había más comida que pollo, y nos fuimos a un bar a tomar un bocadillo. Como nos levantamos los tres alumnos y dos profesores, el gesto no pasó desapercibido y al día siguiente un catedrático de la universidad de Cádiz nos comentó que le había parecido muy bien, que él también vive la abstinencia y nos invitó a cenar a los siete, incluyendo a los participantes de Guadalajara”.

Con estos resultados, en el equipo de cinco estudiantes que iría a Singapur a la fase internacional había dos alumnos del Colegio Retamar. Y el tercero irá a la fase iberoamericana. El comité organizador pidió al Colegio que fuera como observador y que les ayudara en la preparación. “La fase internacional fue un éxito, pues hemos conseguido cuatro menciones de honor, que es uno de los mejores resultados de España. Además, en la cena de despedida se votaron una serie de premios, y España salió elegida como el equipo "most friendly". 

Y como chico más divertido salió Marc, el irlandés que conocimos en Bruselas”, comenta José Francisco y continúa: “la organización de la Olimpiada en Singapur fue excelente, con cuatro Premios Nobel, cuidando todos los detalles, facilitando que pudieran asistir a la Santa Misa los chicos que lo desearan, etc”. 

A Juan lo que más le impresionó fue la actitud de los estudiantes de Singapur: “Esta olimpiada nos ha servido para conocer a chicos de muchos lugares (participaron 83 países). Me impresionó la piedad de los "singapureños" al asistir a Misa”. José Francisco asiente y añade: “Y también su capacidad de trabajo y de servicio, tanto entre los profesores de la universidad de allí como en los voluntarios que ayudaron a la organización”. Y Juan concluye: “Pero lo que me hizo más gracia fue la cena de despedida. Estábamos unas ochocientas personas, entre ellas tres Premios Nobel. Fue en un teatro y al acabar la cena hubo un festival. El equipo español, dirigido por Iñigo y Fran, hizo una actuación: "La moviola", un número de humor basado en las retransmisiones de fútbol. Fue un éxito y su actuación logró los aplausos de todos, Premios Nobel incluidos”. 

“Todos los que estuvimos en la olimpiada del año pasado no sólo hemos aprendido más física y hemos hecho nuevos amigos, sino que también hemos mejorado en nuestra vida cristiana”, afirma Fran. José Francisco también subraya que “académicamente van muy bien, incluso alguno ha hecho dos cursos de físicas en un año y en el verano pasado estuvo investigando en el CIMA”. 

“Me doy cuenta de que tengo que dar muchas gracias a Dios por todo lo que he aprendido en ciencias y en mi formación religiosa y espiritual que me servirá para llevar al Señor a mis amigos científicos”, concluye Iñigo.