No hace falta subir al Everest

Pedro Rodríguez Mariño escribe en el Diario de Cádiz este artículo en el que -entre otras cosas- se refiere al reciente nombramiento de Mons. Fernando Ocáriz como prelado del Opus Dei.

Diario de Cádiz No hace falta subir al Everest (Descarga en PDF)

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El cristianismo es una religión revelada por Dios, no resultado de la investigación de los hombres que, con el estudio, el trabajo, puestas en común o congresos, llegan a unas conclusiones o criterios que recomiendan a los demás, o imponen a sus fieles. No tiene este fundamento el catolicismo. Es algo más valioso y firme, al ser conocido por revelación divina.

El Hijo de Dios desciende de los cielos a la tierra, hemos recordado en Navidades, y en su vida terrena reúne en torno a sí a los apóstoles y discípulos; en los tres años de vida pública los forma y los hace depositarios y transmisores de sus enseñanzas, para que todos se salven y llegue al conocimiento de la verdad, hasta el final de los tiempos.

No hacen falta trabajos muy esforzados, ni subir al Everest, ni a otro monte, para tocar el cielo y encontrar a Dios, enamorarse de Jesucristo y seguirle con fidelidad

Efectivamente, no hacen falta trabajos muy esforzados, ni subir al Everest, ni a otro monte, para tocar el cielo y encontrar a Dios, enamorarse de Jesucristo y seguirle con fidelidad. Basta no hacerse el raro: yo no quiero saber de Jesucristo, dice el escéptico de la edad moderna. Al contrario, basta con ser naturales y agradecidos. Si Jesucristo se quiere acercar a mí lo lógico es atenderle y escucharle: aquí estoy, qué quieres de mí. Hemos de hacer oración personal, meditar el evangelio, y creer en Él por la fe y el amor, y desear sus sacramentos. En particular la Eucaristía, presencia verdadera y real del Señor en las formas consagradas. Hemos de adorarla y desearla como alimento del alma. ¡Menudo don de Dios a nosotros es la Revelación y todo lo que con ella se nos da!

Cuánto nos ayuda el Santo Padre Francisco con la naturalidad de su modo de hacer y su testimonio evangélico, con sus maneras de "vendaval Francisco" -como alguien le describió- para despertarnos a todos

Es la revelación en Jesucristo el gran tema de la Carta a los Hebreos. Los conversos judíos al cristianismo, fuera de su patria, sentían nostalgia de los ritos del Templo de Jerusalén, tan magníficos. Y esta nostalgia les provocaba tentaciones de fidelidad en su nueva militancia, por la pobreza de los incipientes ritos de una Iglesia naciente. Pero han de pensar, dice el autor de Hebreos, que no hay mediador superior a Jesucristo, mayor a los Ángeles y Moisés. Ni sacerdocio más excelso que el sacerdocio de Cristo, ni víctima de mayor dignidad que el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que se ofrecen en el sacrificio eucarístico. Es la sencillez y eficacia de la revelación en Cristo, de la vida de la Iglesia primitiva, y de la Iglesia de hoy y de siempre. Cuánto nos ayuda el Santo Padre Francisco con la naturalidad de su modo de hacer y su testimonio evangélico, con sus maneras de "vendaval Francisco" -como alguien le describió- para despertarnos a todos.

En su primer encuentro con los medios de comunicación el nuevo Prelado manifestó el pasado 24 de enero que las prioridades misioneras de los seguidores de san Josemaría serán: los jóvenes, la familia, los pobres, los enfermos y la unidad de los cristianos

La sencillez y eficacia de la Iglesia estos días se concretó en la elección de Mons. Fernando Ocáriz como tercer sucesor de san Josemaría Escrivá. Una elección envuelta en suavidad, según lo reglamentado, y con el resello de la buena continuidad, al recaer la elección y el nombramiento papal en quien llevaba veintidós años colaborando estrechamente con Mons. Echevarría.

Me parece muy expresivo el pequeño detalle que voy a contar. Después de recibir el nombramiento como Prelado del Opus Dei, D. Fernando recibió un gran aplauso de aprobación y felicitación, que él cerró con un encantador: "Bueno, aquí estamos".

Con rostro sonriente y mirada profunda lo recogen las fotografías que se han divulgado estos días. En su primer encuentro con los medios de comunicación el nuevo Prelado manifestó el pasado 24 de enero que las prioridades misioneras de los seguidores de san Josemaría serán: los jóvenes, la familia, los pobres, los enfermos y la unidad de los cristianos. Estupendos horizontes para entregarse sin desmayos. Ojalá, con la ayuda de Dios.

Pedro Rodríguez Mariño

Diario de Cádiz