El Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría en Granada

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo escribe este obituario en el Ideal de Granada.

Ideal de Granada El Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría en Granada

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Acaba de fallecer en Roma, el pasado lunes 12 de diciembre, el obispo prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría. Es el motivo para recordar que estuvo en Granada en dos ocasiones, del 10 al 14 de mayo de 1996 y del 16 al 17 de noviembre de 2002. En ambas, le acompañaba el actual vicario auxiliar de la prelatura, monseñor Fernando Ocáriz.

En la primera ocasión la visita tuvo un marcado carácter familiar, con el fin de encontrarse con las personas de la Obra que viven en Andalucía Oriental –Granada, Málaga, Jaén, Almería– y Melilla, y muchas otras que participan en los medios de formación, parientes, amigos... Tuvo encuentros con grupos numerosos en el Colegio Mayor Albayzín, que le impuso su beca de honor, y con otros más reducidos, con familias y personas individuales en diversos lugares. También visitó al arzobispo, monseñor José Méndez.

Destaca el encuentro general que mantuvo con unas 18.000 personas en el campo de fútbol del colegio Mulhacén, el 12 de mayo, de la que se hizo eco IDEAL en su edición del día siguiente. Asistió a título personal el entonces alcalde de Granada, Gabriel Díaz Berbel.

La misma tarde de su llegada, ‘el padre’ –como familiarmente se llama al prelado en el Opus Dei–, acudió a la Basílica de Las Angustias a rezar a la Virgen desde el camarín.

Durante esos días visitó la Catedral y fue hasta el Carmen de las Maravillas, en el Carril de La Lona, primera sede del actual Colegio Mayor Albayzín, donde comenzó la labor apostólica de la Obra con el impulso directísimo de San Josemaría, que estuvo allí en tres ocasiones en los años cuarenta, la primera para decidir su adquisición. También se acercó al centro de convivencias de La Casería, en Albolote, donde plantó una encina, que sigue creciendo en la rosaleda, sin prisa y sin pausa. Además pudo contemplar Sierra Blanca aún con mucha nieve. La tarde del 13 de mayo dio un paseo por la Alhambra, donde dejó una dedicatoria en el libro de visitas del monumento: «Con todo mi cariño –que traduzco como oración y afecto– he caminado por este lugar histórico, precioso e indescriptible –¡hay que verlo!–, encomendando a las personas que aquí trabajan…».

La segunda visita tuvo como motivo celebrar la misa de acción de gracias por la canonización de San Josemaría, que había tenido lugar el 6 de octubre de 2002 en Roma. El ‘culpable’ de que viniera a Granada a celebrarla fue el arzobispo monseñor Antonio Cañizares, con el que le unía una fraternal amistad.

La misa se concelebró por los dos prelados en la Catedral, el 16 de noviembre de 2002. Antes, monseñor Javier Echevarría, acompañado de monseñor Antonio Cañizares, bendijo en una capilla lateral de la parroquia de San Ildefonso un cuadro del pintor malagueño –entonces afincado en Granada– Armando Pareja, que representa a San Josemaría rezando a los pies de la Virgen de Las Angustias, patrona de Granada.

También en esta ocasión monseñor Echevarría fue a rezar a la Basílica de Las Angustias nada más llegar y se reunió con grupos más o menos numerosos y familias, esta vez en las instalaciones del colegio Mulhacén. En los dos viajes estuvo en constante contacto con muchas personas y para todas tuvo siempre una exclusiva atención y palabras de consuelo o estímulo, con sentido sobrenatural y del humor a la par.

Un tercer arzobispo de Granada, monseñor Javier Martínez, celebró el pasado 15 de diciembre en la Catedral, repleta de fieles, uno de los más tempraneros funerales por el alma de monseñor Javier Echevarría. En su homilía, el arzobispo señaló que había tenido «el gusto de tratarlo unas cuantas veces, no demasiadas, pero unas cuantas veces, y de poder hablar con él con tranquilidad bastantes momentos. Puedo decir con toda sencillez, que mi impresión es que era un hombre de Dios, es un hombre de Dios, –otra cosa, no deberíamos hablar de nuestros difuntos en pasado–, es un hombre de Dios, y es un hombre extraordinariamente bueno y extraordinariamente bondadoso ». Este mismo gusto tuvimos muchos granadinos, jienenses, almerienses... durante esos pocos, pero intensos días de mayo de 1996 y noviembre de 2002.