El primer oratorio del Opus Dei

"La fundación del Opus Dei". Libro escrito por John F. Coverdale, en el que narra la historia del Opus Dei hasta 1943.

A pesar de las dificultades financieras, Escrivá y los miembros de la Obra seguían con los planes para instalar el oratorio de la residencia. Pasarían meses antes de que consiguieran reunir el dinero necesario para un altar, un sagrario y demás objetos litúrgicos, sin los cuales no podrían obtener el permiso de reservar al Santísimo Sacramento. En un primer momento, la habitación destinada al futuro oratorio sólo tenía una mesa con un crucifijo y dos candeleros, un par de bancos y una imagen de la Virgen, obra del joven escultor Jenaro Lázaro. Los pocos residentes que había se reunían ahí para rezar el Rosario, asistir a una meditación o simplemente para hacer un rato de oración personal.

En febrero o marzo de 1935 adquirieron un altar de madera y un cuadro de Jesús con los discípulos de Emaus. La madre Muratori, religiosa de las Hermanas Reparadoras, les prestó un sagrario de madera. Escrivá estaba ansioso por tener a Jesucristo en la casa, reservado en el sagrario, lo antes posible. “Jesús”, rezaba, “¿vendrás pronto a tu Casa del Ángel Custodio, al Sagrario? ¡Te deseamos!” [1] .

El 13 de marzo de 1935 Escrivá envió una petición al obispo de Madrid, en la que explicaba las actividades formativas de la residencia y solicitaba la autorización necesaria para la instalación de un oratorio semipúblico donde se pudiera celebrar Misa y tener reservado al Santísimo. Esperaba celebrar Misa en el oratorio de DYA por primera vez el domingo 31 de marzo de 1935, pero todavía carecían de algunos objetos imprescindibles. Hacia final de mes un hombre barbado de aire distinguido, que llevaba una capa española pasada de moda, entregó, de forma anónima, un paquete que contenía todo lo que necesitaban. Escrivá comentó que el benefactor podría ser un amigo suyo, Alejandro Guzmán, pero los residentes dijeron, medio en broma medio en serio, que debían de haber sido san Nicolás o san José. Mencionaron a san José porque el Padre les había pedido que le rezaran continuamente pidiéndole el don del pan Eucarístico, prefigurado en el Antiguo Testamento por el pan que José distribuyó a los egipcios, a las órdenes del faraón.

El 31 de marzo de 1935, Escrivá celebró la Misa en la residencia. Por primera vez Jesús se quedaba en el sagrario de un centro del Opus Dei. Aunque a Escrivá le entristecía la pobreza del sagrario y de los vasos sagrados, estaba lleno de alegría por tener a Jesucristo en el centro. Animaba a los miembros de la Obra, a los residentes y a los alumnos que acudían a las clases de la academia a hacer compañía a Jesús: “El Señor jamás deberá sentirse aquí solo y olvidado; si en algunas iglesias a veces lo está, en esta casa donde viven tantos estudiantes y que frecuenta tanta gente joven, se sentirá contento rodeado por la piedad de todos, acompañado por todos. Tú, ayúdame a hacerle compañía” [2] .

Unas semanas después escribía al vicario general de Madrid: “Desde que tenemos a Jesús en el Sagrario de esta casa, se nota extraordinariamente: venir Él, y aumentar la extensión y la intensidad de nuestro trabajo” [3] .

[1] Andrés Vázquez de Prada. Ob. cit. p. 544

[2] AGP P01 1985 p. 292-293

[3] AGP P01 1985 p. 296