“El sentido de tener como espectador a Dios mismo es lo que ha cambiado mi vida”

Fernando Artal es Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona. Trabaja como profesor y pintor en Vigo (España). Está casado y tiene tres hijos, dos de los cuales han seguido sus pasos y se dedican a la pintura.

¿Como te hiciste del Opus Dei?

La vocación es una llamada de Dios, que llega en el momento oportuno. No la elegimos, nos elige el Señor, pero como respeta nuestra libertad, requiere nuestro asentimiento. Tampoco yo elegí ser pintor, fue la pintura, como una de las formas expresivas de la belleza, la que providencialmente me eligió a mí.

Pero, ¿qué fue lo que te llevó a entregarte a Dios como miembro de la Obra?

Los que nos dedicamos a esto de las artes, tenemos la deformación profesional de estar atentos a lo que nos rodea, como los niños. Nos admiramos selectivamente, nos asombramos…. En definitiva, contemplamos. La diferencia con los niños es que casi todos los artistas buscan encontrar un sentido a la contemplación, ser mínimamente autoconscientes. Esto es, pasar de la física a la metafísica. Ya lo hizo Gauguin en su obra: “¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Qué es lo que somos?”.

La fascinación de lo que existe, su dimensión grande y pequeña, el increíble orden, su belleza -que sería imposible sin Dios-, me llevaron a la necesidad de estar cerca de Él dentro de mi vida pictórica y familiar.

Y eso de “estar cerca de Él”, ¿cómo se consigue?

Es un intento, no siempre conseguido, de “ver a través”, que es la definición -muy del gremio- de perspectiva. Los renacentistas inventaron un artefacto que consistía en un punto de mira y un cristal llamado “plano del cuadro”, sobre el cual dibujaban lo que veían a través de lo que estaba detrás del cristal. Yo intento que ese plano del cuadro sea Jesucristo, eso hace que mire con afecto y cariño a mi trabajo, a mi familia, a mis amigos y colegas.

Concretamente, como pintor, ¿qué te aporta el Opus Dei a tu forma de expresión artística?

La Iglesia Católica nunca ha tenido, ni quiere tener, un estilo artístico propio. El Opus Dei se mantiene fiel a este principio de libertad. Yo me expreso libremente como me parece oportuno.

¿Se puede hacer apostolado en el ámbito artístico? ¿Qué hay de la bohemia?

Si el artista busca la Belleza, ya está próximo a la Verdad y el Bien. A veces la relativiza, como algo subjetivo: “lo que a mí me parece bello, para ti puede no serlo”. Dejando atrás la enorme complejidad de este tema, en ocasiones hay puntos de incoherencia entre lo que se dice y la tendencia a inclinarse por lo bello. Habría abundantes ejemplos en este sentido. En el fondo, lo que subyace es el respeto humano por lo “políticamente correcto”, o simplemente la incomodidad a que obligaría un compromiso con lo Absoluto.

En cuanto a la bohemia, es una idea del Romanticismo, con muy pocos casos reales, la mayoría protegidos por el paraguas económico-familiar; -incluido Van Gogh-, y fomentado por algunos marchantes.

¿Cómo dialoga un artista como tú con Dios; y con los demás, de Dios?

Muchas veces, dándole gracias por todo lo que he recibido, también por mis carencias personales, para que se note que si algo sale bien, no es precisamente por mis cualidades vacías, si no por haberlas llenado Él de música, color y perfume. Procuro que mi diálogo con los demás sobre Dios sea con respeto y sensibilidad.

¿Qué ha cambiado en tu vida desde que eres del Opus Dei?

El sentido…, el sentido de tener como espectador a Dios mismo. Ortega decía que, según se tomase el oficio de pintor, así se pintaba, porque no existe una forma genérica de ser pintor, como la de ser médico, etc.

¿Qué pensamiento o enseñanza destacarías de San Josemaría?

El de hacer hincapié en algo importante y común a todos los bautizados: que somos hijos queridísimos de Dios. Como consecuencia: “Amor con amor se paga”. Intentando que todo el día sea una ofrenda cariñosa a Dios. Por lo tanto, haciendo del trabajo motivo de oración; por eso hay que hacer las cosas bien hechas. San Josemaría dice que “hemos de convertir en endecasílabos la prosa de cada día”. Coincide esto con los neodadaístas, que afirman lo de “artistas somos todos”.

¿Se puede enseñar a los demás a ser artistas cristianos?

En el hecho de ser artista y ser cristiano, se podría decir que hay un paralelismo asombroso. En ambas cosas hace falta querer. Y si no se puede ahora: al menos querer querer, desear querer.