El ‘Síndrome de Steiger’

​El veterano periodista Paul Steiger corrió ayer la Maratón de Madrid. Y llegó a la meta con soltura. Entrevistas, dos encuentros con periodistas, una conferencia de la que “ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que hablé ante un público tan nutrido”, y una ronda tranquila de bis a bis para cerrar el grifo de su magnanimidad también como maestro del periodismo.

Paul Steiger es un jubilado con marcha que empezó a contar historias con 23 años. Ha sido de todo en la redacción del Wall Street Journal, incluido director. Y cuando parece que se acababa su vida laboral, con la paz que da tener las cuentas de casa libres de sombras, puso en marcha ProPublica, una agencia de noticias sin ánimo de lucro especializada en reportajes de investigación, el primer medio digital en lograr un Pulitzer. Entre otras muchas cosas.

Lógicamente, los periodistas con garra, a pesar de los pesares del ecosistema de una profesión con aguijón, han querido pegarse a la voz de la experiencia en la IV edición de Conversaciones Con, un foro de debate sobre el presente y el futuro del periodismo organizado en Madrid de la mano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra.

El periodista de la revolución constructiva
Si el periodismo es objetividad, diríamos que Paul Steiger es un periodista jubilado que no tiene problemas económicos y que está aprovechando su arte en el oficio para sacar adelante un producto informativo revolucionario. Si el periodismo es honestidad, diríamos entonces que Steiger es un periodista incombustible que busca la verdad debajo de las piedras y la cuenta, caiga quien caiga. Si el periodismo es rigor, entonces quitaríamos los adjetivos, y dejaríamos al lector que le oiga, le vea, y le lea y saque sus propias conclusiones. Porque quizás es más que todo esto.

Ayer, Steiger pasó por Madrid y los periodistas absorbieron su sangre. Su tema: el periodismo de investigación como servicio público. Su objetivo: ofrecer su experiencia para revitalizar el periodismo, no como gurú, sino como ciudadano convencido de que un mundo sin periodismo es una farsa.

Durante los tres encuentros del día, especialmente en el más numeroso, celebrado en el auditorio de la Fundación Rafael del Pino, el fundador de ProPublica ha recordado cinco ideas básicas, aderezadas con historias y con ejemplos de su vida profesional, porque no era esto una clase de Teoría de la Información.

1. El periodismo de investigación es necesario, es urgente, es posible, es caro y es obligatorio para el bien común.

2. Las nuevas tecnologías han revolucionado el panorama de los medios de comunicación de todo el mundo. Han generado una crisis, han instaurado el cambio como lo único permanente en el ámbito de la Comunicación, y se han convertido en la gran oportunidad para resucitar un oficio que durará mientras haya hombres sobre el planeta.

3. El periodismo no tiene un modelo de negocio estable, ni los recursos económicos de antes, ni la misma rentabilidad. El periodismo de este arranque del siglo XXI tiene cara de precariedad laboral. Adaptarse a toda esa revolución es la clave para entender el futuro de la profesión con creatividad. Antes, montar un periódico, una cadena de televisión, o una emisora de radio costaba millones de euros. Ahora el periodismo vive con una persona curiosa y audaz, y un portátil conectado a Internet. Son modelos profesionales diferentes. Los que marca la historia. Es un momento de oportunidades para los periodistas jóvenes. De edad. Pero también de mentalidad.

4. Las audiencias de los medios impresos más leídos son las mismas que tenía una gaceta local en los años dorados del periodismo universal. El papel no es el futuro. Y tampoco el presente.

5. Las noticias no interesan sólo al que las lee: son un tesoro para el resto de la sociedad, porque las hace más verdaderas, más libres, y más justas. La lucha por la transparencia de los poderes públicos, por la independencia, y por la libertad de información es responsabilidad ética esencial de todo aquel que quiere ser periodista.

Una profesión transformadora
Steiger no traía la receta del modelo de negocio, ni la tendencia del futuro. Steiger ha venido a Madrid a recordar que entre las esencias de siempre, los logros del presente y los que están por caer está el camino de baldosas amarillas que conduce a la siguiente pantalla del periodismo, una profesión que él vive con una enorme carga social. Porque él cree que el buen periodismo ha servido para transformar las luchas sociales por los derechos civiles en leyes. Y ahí está su listón.

Steiger ha congregado a jóvenes y míticos, jefes, indios, de aquí y de allá. Las fotos serán más certeras, pero hemos visto conversar con él a Helena Resano (La Sexta), Nacho Cardero (El Confidencial), Virginia Alonso (El Mundo), Julio Somoano (TVE), Pedro Biurrun (Expansión), Manuel Rico (InfloLibre), Juan Pablo Colmenarejo (COPE), José Apezarena (El Confidencial Digital), Pablo A. Iglesias (Servimedia), Rodrigo Ponce de León (Colpisa), Alfonso Armada (ABC), Alfonso Bauluz (EFE), María Ramírez y Eduardo Suárez (El Español), Iñaki Gil (El Mundo), América Valenzuela (RTVE)… Y Carlos Salas (Lainformacion.com), que actuó como maestro de ceremonias de los profesionales, presentando a Steiger y trasmitiéndole las preguntas del público. Y muchos otros. Y profesores. Y catedráticos. Y alumnos. Y de todo.

¿Por qué cientos de periodistas veteranos, maduros, hechos, en proceso de maduración, recién salidos del horno, escuchan a un jubilado hablarles del futuro? Porque en esta profesión, sin mesianismos, que no será la única, aprender del que sabe, escuchar al que lo cuenta todo, preguntar al que responde siempre, copiar y mejorar las buenas experiencias, evitar las que no conducen al olimpo, asumir la responsabilidad social del que muere con las botas puestas, entender mejor la ética de una profesión en la que no vale todo y creerse de nuevo el oficio es aire puro para unos pulmones a veces frustrados, a veces negros, a veces ciegos. Llamémosle, en esta ocasión, el Síndrome de Steiger: una enfermedad rara de origen genético que mejora la salud, aunque no lo cuente Science… De momento…

Álvaro Sánchez León | @asanleo