Favores para un “jinete”

Recurro muchas veces al beato Álvaro del Portillo, pero prometí escribir estos favores si me los concedía y, aunque son pequeños asuntos domésticos, le estoy muy agradecido.

El primero es que un día, estando en el trabajo, recibí una llamada de mi mujer que, muy apurada, me contó que al ir a pagar en el supermercado no encontró ni la tarjeta de crédito ni el carnet de identidad. Llevaba algo de dinero en efectivo y pudo pagar, pero al llegar a casa se puso a buscar por todas partes y al no encontrar esos documentos, temió que se los hubiesen robado.

Encomendé el tema a Álvaro y, cuando horas más tarde llegué a casa, mi mujer me dijo que todavía no había aparecido la tarjeta, incluso había vuelto a la última tienda donde tenía constancia de que la había sacado, pero no estaba allí.

Le pedí que me inspirara para buscar... y pensé en la cartera de mi mujer, donde ella había buscado ya varias veces. Aclaro que en casa el que pierde las cosas soy yo y ella siempre las encuentra, pero hete aquí que, ante mi estupefacción, la tarjeta y el carnet aparecieron en uno de los bolsillos interiores. Mi mujer no salía de su asombro, y no acababa de creérselo, pero agradecimos al beato Álvaro el favor recibido.

El otro favor es que tengo un scooter, con el que me muevo por la ciudad donde vivimos, que ya tiene algunos achaques. Últimamente tiende a pararse en los momentos más inoportunos por un problema de carburación, y no acabo de encontrar dónde puede estar la avería. Pero en esos momentos recurro al beato Álvaro con la triquiñuela de que él me entiende pues era un gran jinete en su juventud y seguro que sabe manejar estas "monturas". ¡Y la moto vuelve a arrancar!

¡Gracias Don Álvaro!