Un trabajo en el día de su santo

Su marido perdió el trabajo. Tras varios meses rezando por intercesión de Isidoro Zorzano les concedió el favor con un guiño especial...

Leí la biografía de Isidoro hace muchos años, durante los primeros de mi matrimonio. En aquel momento estábamos empezando a andar por caminos muy nuevos: estrenando ciudad, matrimonio, la llegada de hijos, el trabajo profesional… Lo normal, lo de cada familia que empieza y lucha y da el relevo a nuevas familias, pero con la singularidad de que mi esposo y yo -de novios- habíamos soñado con hacer grandes estas historias cotidianas, santificándolas una a una.

No dejé pasar esa mirada de predilección y le encomendé a mi esposo de por vida: “Isidoro, acompáñale en su camino al cielo”

Leer la vida de Isidoro y tener la seguridad de que su meta -la nuestra- ya estaba alcanzada, me hizo sentirle muy cerca. No dejé pasar esa mirada de predilección y le encomendé a mi esposo de por vida: “Isidoro, acompáñale en su camino al cielo”.

Pasaron los años. Un día, mi esposo perdió su trabajo tras unas circunstancias difíciles para ambos. En aquellas primeras horas empecé a invocar la intercesión de Isidoro y le dije a mi esposo que él también lo hiciera.

Pasaban los meses, y el asunto del trabajo no terminaba de resolverse. Varios procesos de selección avanzaban y avanzaban, pero no se concretaban. Propuse a mi marido ir a rezar a Isidoro a la parroquia de San Alberto Magno, donde reposan los restos de Isidoro, y encomendarle que intercediera por este asunto y que aquello se desenredara. Fuimos un sábado. Se lo pedimos. En tres días, una de las opciones que tenía en proceso se concretó y firmó el contrato.

Fuimos un sábado. Se lo pedimos. En tres días, una de las opciones que tenía en proceso se concretó y firmó el contrato

El guiño de nuestro intercesor fue que ese mismo día, en la Iglesia, estábamos celebrando la fiesta de san Isidoro de Sevilla… ¡Era el día de su santo!

Para enviar el relato de un favor recibido.

Para enviar un donativo.