Inteligencia y humanidad

Obituario de Joaquín Herreros, Ingeniero industrial, gran humanista y especialmente comprometido con el desarrollo de la vida rural, fue el iniciador de las Escuelas Familiares Agrarias (EFA).

El Mundo Inteligencia y humanidad (PDF)

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Recibo con pena la noticia de la muerte de Joaquín Herreros y mi recuerdo vuela a Sevilla allá por los años 60, cuando me incorporé a un pequeño equipo de profesionales para iniciar un proyecto social de gran envergadura, liderado por Joaquín: las Escuelas Familiares Agrarias (EFA). Una iniciativa que tuvo y sigue teniendo gran impacto, por su metodología innovadora y por su capacidad de propiciar un verdadero cambio social en la sociedad rural a través de la formación, el protagonismo y la participación de los jóvenes, sus familias y otros profesionales del sector.

Tal vez esto suene ahora a un reto superado, pero hace 50 años resultaba enormemente novedoso en nuestro mundo rural, acostumbrado por la inercia y la pasividad al paternalismo asistencialista.

Joaquín desplegó en la puesta en marcha de las EFA su enorme capacidad de empuje, su brillante inteligencia, su inagotable capacidad de trabajo y, sobre todo, su humanidad que le permitía ser un líder en la expresión más genuina del término, para hacer realidad algo incipiente, pero que él hacía ver a sus colaboradores como una idea plenamente lograda.

Joaquín había viajado por Alemania, Italia y Francia para conocer diversas iniciativas en el ámbito rural; en España, ciertamente, no había muchas. Se detuvo en Francia para conocer una experiencia nacida en 1935 y ya entonces implantada en muchas regiones agrícolas: La Maison Familiale Rurale (MFR). Joaquín, que pertenecía al Opus Dei, me contó que al terminar ese periplo habló con san Josemaría Escrivá, quien le animó a proseguir en ese intento, recordándole que en los primeros años de la Obra soñaba con qué fieles de la Prelatura dedicarían sus esfuerzos profesionales a trabajar en iniciativas sociales tan plurales como la creatividad y la libertad personal fueran capaces de dar vida.

Joaquín me sugirió viajar a Francia para conocer la metodología de esta experiencia pedagógica y en particular el papel que las mujeres tenían en la sociedad rural. Visité diferentes centros franceses y al regresar le referí lo que más me había llamado la atención: en las regiones donde estos centros acumulaban años de experiencia, se habían producido cambios sociales significativos: los jóvenes no emigraban a las ciudades, se quedaban en sus explotaciones agrícolas a las que mejoraban con nuevas técnicas y emprendimientos.

Otros no se dedicaron a la agricultura, pero la formación recibida les había ilusionado para participar en su entorno. Las mujeres eran protagonistas activas en la vida de sus pueblos. Joaquín me dijo: «Vamos a trabajar para que en el medio rural español no haya ciudadanos de segunda categoría, sino personas libres capaces de ser protagonistas, cada uno, de su propia historia».

Me doy cuenta de que cuando un amigo se va renace algo que quiero expresar: el agradecimiento a una persona singular que gastó su vida en el servicio de los demás. Agradecimiento es el sentimiento que tendrán ahora cuantos le trataron y conocieron a lo largo y ancho de la geografía española y en otras partes del mundo, porque Joaquín fue un líder generoso e itinerante que promovió este proyecto en muchas zonas rurales de España, Portugal, Filipinas y de tantos otros lugares del mundo.

Joaquín Herreros nació en Burgos en 1929 y falleció el 22 de diciembre de 2016 en Santiago de Compostela.

Teresa M. Pérez Payán fue miembro de la directiva de Unefa hasta 1992.

Teresa M. Pérez Payán

El Mundo