Josemaría Escrivá, en Montserrat

La abadía de Montserrat acogió una misa en honor de Josemaría Escrivá. También se recordó al abad Escarré, unido al fundador del Opus Dei por un verdadero “hermanamiento” y afecto mutuo. Artículo publicado en La Vanguardia.

Imagen de Nª Sª de Montserrat.

La celebración ayer en la basílica de Montserrat de una misa en memoria de Josemaría Escrivá de Balaguer, rescató la estrecha relación del fundador del Opus Dei con uno de los abades más carismáticos de Montserrat, Aureli Maria Escarré, como recordó el actual abad del cenobio monserratino, Josep Maria Soler.

Unas cuatro mil personas asistieron a la celebración eucarística, enmarcada en los actos de conmemoración del centenario del nacimiento de Josemaría Escrivá (1902-1975), que el próximo 6 de octubre será canonizado en Roma por Juan Pablo II.

En su homilía el abad Soler destacó la vinculación que mantuvieron Escrivá de Balaguer y el abad Escarré (1908-1968) a lo largo de los años, junto una visión coincidente del papel que debía desempeñar la Iglesia católica en el mundo contemporáneo. La relación entre ambos se remonta a 1941, año en el que el entonces abad de Montserrat tuvo un papel determinante en el “reconocimiento” del Opus Dei en Cataluña.

Ambos “personajes históricos”, como los denominó con énfasis Josep Maria Soler, no se conocerían personalmente hasta dos años después, y nació entonces una relación que les llevó incluso a proponerse un hermanamiento de carácter personal.

La relación entre el abad Escarré y Escrivá de Balaguer a través de 62 cartas que se custodian en el monasterio de Montserrat fue el hilo conductor de la ceremonia, que fue concelebrada por el vicario del Opus Dei en Cataluña, Manuel Dacal.

El abad Josep Maria Soler destacó que ambos personajes propugnaban “un resurgimiento del cristianismo fuertemente fundamentado en las virtudes humanas”.

Tanto Soler como Dacal coincidieron también en la importancia del papel que los laicos deben acometer en el seno de la Iglesia católica, unos postulados que fueron después recogidos por el Concilio Vaticano II. La relación epistolar entre el abad Escarré y Escrivá también arroja luz sobre su influencia mutua.

La basílica de Montserrat se quedó pequeña para acoger a todos los que acudieron a la celebración eucarística y la mayor parte de ellos tuvo que seguirla desde la plaza exterior, donde se distribuyó también la comunión. Los actos de conmemoración del centenario del nacimiento de Escrivá de Balaguer se cerrarán el 9 de enero del año que viene.

Manuel Torres // La Vanguardia