100 años de la "fiesta del bautismo" de don Álvaro

Dentro de los actos del Centenario de don Álvaro, y en sintonía con las propuestas del Papa Francisco, se han celebrado los 100 años de la "fiesta del bautismo" del futuro beato madrileño en la Iglesia de San José, en la que se conserva la pila bautismal en la que fue bautizado el sucesor de San Josemaría.

Don Álvaro fue bautizado en la Iglesia de San José de Madrid el 17 de marzo de 1914. Foto: Alberto Gallego.

Entre las actividades del inicio del Centenario de don Álvaro del Portillo ha tenido lugar la celebración de una Santa Misa en la Iglesia de San José de Madrid, situada en la Calle Alcalá esquina Gran Vía, donde recibió el bautismo el 17 de marzo de 1914, seis días después de su nacimiento. Al comienzo de la Santa Misa, el Párroco señaló que en la pila bautismal que se conserva en el presbiterio del templo fue bautizado D. Álvaro el 17 de marzo de 1914 y leyó la partida de bautismo, que consta en el libro parroquial. Aquel 17 de marzo de hace cien años, los padres de don Álvaro, Ramón y Clementina, bajaron por la calle Alcalá, donde vivían, hasta la Iglesia de San José.

Pila bautismal en la que fue bautizado Álvaro del Portillo. Foto: Alberto Gallego.

Concelebraron la Santa Misa D. Pedro Álvarez de Toledo, Vicario del Opus Dei en Madrid-Oeste, D. Miguel Ángel, Párroco de San José, D. Juan Moya, Rector del cercano Real Oratorio del Caballero de Gracia y D. José Ramón Niño del Portillo, sobrino de D. Álvaro. En la homilía, D. Pedro aludió a la oportunidad de celebrar esa Misa precisamente en el centenario del bautismo, en sintonía con el deseo que el Papa Francisco ha repetido en varias ocasiones, por ejemplo, el 11 de septiembre de 2013: “Quisiera hacer esta pregunta aquí a vosotros, pero que cada uno responda en su corazón: ¿cuántos de ustedes recuerdan la fecha de su bautizo? Algunos levantan las manos, pero ¡cuantos no la recuerdan! Pero la fecha del bautizo es la fecha de nuestro nacimiento a la Iglesia, ¡la fecha en la que nuestra madre Iglesia nos ha dado a luz! Y ahora os dejo una tarea para casa. Cuando hoy ustedes vuelvan a casa, vayan a buscar bien cuál es la fecha del bautismo, y esto para festejarlo, para dar gracias al Señor por este don ¿Lo harán?”.

Fachada de la Iglesia de San José. Foto: Alberto Gallego.

En la homilía, D. Pedro citó las palabras de don Álvaro cuando cumplió los 75 años, que evocaban esos años primeros de su vida con agradecimiento a Dios: «Eché una mirada rápida a mi vida, y me vinieron a la memoria y al corazón tantos beneficios del Señor: una familia cristiana, unos padres que me enseñaron a ser piadoso, una madre que me inculcó una devoción especial al Sagrado Corazón y al Espíritu Santo, y una particular veneración a la Santísima Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, y... ¡tantos otros bienes!».

La Iglesia de San José

La Iglesia de San José, del siglo XVIII, tiene una justa tradición en la ciudad de Madrid de ser uno de los grandes templos de la capital, por su ubicación; por su fábrica, obra del arquitecto Pedro de Ribera, con planta de cruz latina y bóveda de cañón decorada con frescos de gran calidad, ahora deteriorados por el tiempo, y por su historia: aquí, por ejemplo, celebró su primera Misa el escritor Lope de Vega, y fueron bautizados algunos santos, como Santa María Micaela del Santísimo Sacramento.

La pila bautismal donde fue bautizado D. Álvaro. Foto: Alberto Gallego.

El templo destaca, sobre todo, por sus imágenes: se venera una magnífica talla de San José, joven y esbelto, con el Niño, obra del escultor Juan Salvador Carmona; y una imagen de la Virgen del Carmen en el altar mayor, de Roberto Michel. Además, en una capilla lateral encontramos un Cristo yacente, con la policromía original intacta, sangrienta y barroca, de Juan Sánchez Barba.

Vista general de la Iglesia por dentro durante la Misa. Foto: Alberto Gallego.

La imagen más venerada de todas es la del Cristo del Desamparo, de Alonso de Mena, una joya de la imaginería clásica española, expirante, tenso y clásico, pero sereno, “que imanta a los creyentes y emociona al espectador” y ha motivado una gran devoción entre los fieles.