Semana de Pasión

Artículo sobre la Semana Santa, en el que se mencionan algunas enseñanzas de san Josemaría, fundador del Opus Dei.

El Correo Gallego Semana de Pasión (Descarga en PDF)

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Acabamos de de pasar, de vivir, de rememorar, de sufrir, de rezar, de compartir, de descansar, de revi-vir o de disfrutar la Semana Santa, cada cual que coloque el verbo que quiera, porque seguro que todos tenemos uno con el que más identificarnos.

¿Pero, que es la Pasión? Una definición literaria la enmarca dentro del sentimiento vehemente, capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón, como el amor, el odio, los celos o la ira intensos. ¡Está muy bien pero se me queda un poco corta!

En España la Semana Santa también es la pasión que se convierte en arte, emoción y a menudo honda expresión religiosa y cultural a partes iguales. Muchos de nuestros pueblos y ciudades han revivido estos días la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo con cientos de desfiles procesionales que materializan una especial forma de entender el Cristianismo, impregnada de manifestaciones culturales y tesoros artísticos, donde se invita a creyentes y no creyentes a vivir sus emociones juntos.

Confieso que soy muy poco dado a esas muestras de religiosidad, sin embargo me admira la devoción popular de aquellos que son capaces de ofrecer cualquier sacrificio y esfuerzo personal para sacar a la calle sus pasos procesionales y acompañar a sus vírgenes y cristos. Es otra manera de ofrecer testimonio que emociona.

La Semana Santa o la Semana de Pasión siempre me genera sentimientos intensos pero un tanto contradictorios, y este año tampoco ha sido en esto una excepción. Por una parte me sucede, como con esas películas en las que conoces el final, porque tal vez la has visto ya varias veces, pero tienes la esperanza de que algo cambie y ese nuevo final sea distinto al que sabes que inexorablemente llega. Por otro lado, sin embargo, y a pesar de haber vivido ya unas cuantas Pascuas sólo consigo que todo cobre sentido después de la vigilia del sábado santo, en la que recordamos el triunfo del que vino a dar esperanza al mundo venciendo a la muerte, a la mentira y al odio, el que trajo luz a las tinieblas y nos mostró el amor infinito de nuestro Padre Dios.

Me impresiona como Jesús, una vez más, convierte la cruz, un instrumento de dolor y de tortura en símbolo de amor y salvación, donde todos caben y a todos espera el señor con la misma ilusión y esperanza. Cada Semana Santa es una nueva oportunidad para la conversión, para empezar de nuevo y para abrir las ventanas de nuestra alma a esa brisa que limpia y ventila.

Este año inicié mi Semana Santa, con familia y amigos, escuchando en San Martín Pinario el Réquien de Mózart. Que buena idea y cuanto trabajo espera a los que han tenido la iniciativa de poner en valor este espacio tan singular, una de las iglesias barrocas más bonitas de España y que tan especial es para mí por otros motivos. La terminé, teniendo muy presente a los cristianos mártires en tantas partes del mundo, y muy especialmente a los que perdían la vida en Egipto cuando asistían a misa el Domingo de Ramos víctimas de bombas colocadas por el Daesh, que convirtió un día de fiesta en un día de dolor.

Estas personas han materializado con su sacrificio aquello que decía un santo contemporáneo español, Josemaría Escrivá, de que "la Semana Santa no puede reducirse a un mero recuerdo, ya que es la consideración del misterio de Jesucristo, que se prolonga en nuestras almas; el cristiano está obligado a ser alter Christus, ipse Christus, otro Cristo, el mismo Cristo"

joseaconstenla@infoscod.es

José Antonio Constenla

El Correo Gallego