“Tenemos que soñar para servir más y mejor a la sociedad”

Una mesa redonda analiza en la Universidad de Navarra la relación de las figuras de don José María Arizmendiarrieta, san Josemaría y san Ignacio de Loyola.

Con motivo del 40 aniversario del fallecimiento de don José María Arizmendiarrieta, precursor del movimiento cooperativo en Mondragón, la Universidad de Navarra acogió la mesa redonda "Huellas del trabajo". En ella se abordó la relación entre las trayectorias de este sacerdote vizcaíno, declarado venerable por el Papa Francisco, san Josemaría y san Ignacio de Loyola, tres figuras con un denominador común: su conexión entre la espiritualidad y dimensiones del mundo laboral, social y de la realidad cotidiana.

“Desde perfiles distintos de la fe, somos capaces de aportar a la sociedad con humildad y sin complejos el fermento que necesita” (Xabier Retegi, presidente de la Fundación Arizmendiarrieta)

José María Guibert, rector de la Universidad de Deusto; Carlos García de Andoin, vocal de la Fundación Arizmendiarrieta; y María Iraburu, vicerrectora de Profesorado de la Universidad de Navarra, analizaron sus biografías: “Desde perfiles distintos de la fe, somos capaces de aportar a la sociedad con humildad y sin complejos el fermento que necesita”, afirmó el moderador Xabier Retegi, presidente de la Fundación Arizmendiarrieta.

Los ponentes y el moderador del diálogo "Huellas del trabajo", en la Universidad de Navarra. Foto: Manuel Castells.

José María Guibert, rector de Deusto, repasó las etapas principales de la vida de Ignacio de Loyola, partiendo de la herida en Pamplona hasta su peregrinación y los estudios en Teología.

José María Guibert, rector de Deusto, identificó las características del “liderazgo ignaciano” en el siglo XXI

Asimismo, identificó las características del “liderazgo ignaciano” en el siglo XXI: conocerse a uno mismo, construir un cuerpo unido y servicial, e impulsar una misión orientadora. “Hay que analizar la realidad, planificar instituciones con un espíritu y gestionar lo planificado con un modo de proceder”, destacó.

El trabajo, colaboración en la acción creadora

Le siguió en la exposición Carlos García de Andoin, vocal de la Fundación Arizmendiarrieta, quien sostuvo que, para el sacerdote, impulsor de la aplicación de la doctrina social de la Iglesia en el trabajo, “fue difícil concebir este en el sentido técnico que trajo la Revolución industrial como hábitat de transformación del orden social”.

“La suerte de los desfavorecidos se juega en la creación de riqueza y de empleo repartidos en una comunidad. La profesión y las empresas también construyen el reino de Dios” (Carlos García de Andoin)

“La suerte de los desfavorecidos se juega en la creación de riqueza y de empleo repartidos en una comunidad. La profesión y las empresas también construyen el reino de Dios”, dijo. De acuerdo con García de Andoin, Arizmendiarrieta coincide con Josemaría Escrivá en el desarrollo del trabajo como colaboración en la acción creadora. “A través del trabajo Dios hace al hombre socio de su mejor empresa: la creación”, manifestó.

En este sentido, la vicerrectora de Profesorado de la Universidad de Navarra, María Iraburu, quiso destacar que “las huellas de los hombres de Dios son una herencia viva que sigue inspirándonos y señalando el camino a seguir”.

María Iraburu, quiso destacar que “las huellas de los hombres de Dios son una herencia viva que sigue inspirándonos y señalando el camino a seguir”

Siguiendo la invitación del fundador de la Universidad de Navarra, la vicerrectora afirmó: “Tenemos que soñar para servir más y mejor a la sociedad”. Así pues, explicó, “queda la tarea tanto de discernir los retos del presente y afrontarlos desde las tareas profesionales; como el modo de establecer vínculos entre instituciones y personas para llegar juntos más lejos”.

Finalmente, María Iraburu se refirió a la santificación del trabajo profesional que propuso san Josemaría, quien “percibió el valor espiritual de las realidades terrenas como lugar de encuentro con Dios”. Para él –recordó la profesora–, la realización del trabajo con perfección y competencia no es suficiente; pues la frontera entre realidad material y espiritual es muy tenue. “Hay un algo santo, divino, en las situaciones comunes que nos toca descubrir a cada uno”, concluyó citando al santo.