Una convencida del amor

Pilar Arregui Zamorano, supernumeraria del Opus Dei, está casada con Jesús San Miguel. Tienen seis hijos y un nieto. Nos cuenta cómo lo que empezó siendo un interés por dar respuesta a su hija Maite sobre el matrimonio, le ha servido para aportar sus conocimientos y experiencia, a variados públicos, tanto en edades como de situaciones.

Pilar Arregui es profesora de Historia del Derecho en la Universidad de Salamanca

Soy navarra, aunque afincada desde hace años en Salamanca. Estoy casada, tengo seis hijos y la suficiente edad para tener un nieto. Trabajo como profesora de Historia del Derecho en la Universidad de Salamanca. Me enfrento cada día al difícil reto de hacer compatible la vida familiar con la profesional, consciente de que con frecuencia no soy capaz de salir airosa en este empeño.

Desde hace tiempo me viene interesando el tema de las relaciones matrimoniales. Todo empezó cuando me planteé explicar a mi hija mayor, entonces pre-adolescente, las diferencias entre el amor y el sexo. Poco después, me pidieron que preparara una charla sobre el tema y, ya se sabe… 

Al final me ha tocado hablar del amor entre el hombre y la mujer y, por ende, del matrimonio, ante los más variados públicos: cursos de orientación familiar, cursillos prematrimoniales, colegios, institutos, asociaciones e, incluso, en una cena organizada por profesionales, todos varones, a la que acudí temblando, pero con el  convencimiento de que alguien les tenía que contar cómo se ve el partido desde el otro campo.

Como se ve, mi público ha sido muy heterogéneo: algunos eran jóvenes, otros, no tanto… Al final, siempre la misma inquietud: se va al matrimonio y se vive en él sin saber bien lo que es, fiándolo todo al amor que sentimos, cuando en realidad no sabemos realmente ni qué es amar, ni cómo hacerlo.

Pilar en una foto familiar

A lo largo de estos años me he convencido de que del amor, de las relaciones entre el hombre y la mujer, hay que hablar muy pronto, especialmente en los tiempos que vivimos, donde los sentimientos, incluso los más epidérmicos, son los que guían nuestra vida. 

A nadie sorprenderá si digo que, cuando inicio una de estas charlas ante adolescentes, suelo encontrarme con sonrisas irónicas, pero al cabo de unos minutos, atienden interesados porque presienten que el amor es algo más grande de lo que hasta entonces se habían planteado, capaz de absorberles por completo.

'Los adolescentes presienten que el amor es algo más grande de lo que hasta entonces se habían planteado'

Unos y otras asienten convencidos cuando se les dice que las más de las veces se trivializa. Algunos me dicen que no es fácil. Llevan razón. Toda relación exige entrega y renuncia si se quiere ser feliz, pero en el matrimonio cristiano contamos con la gracia del Sacramento, no podemos olvidar que el matrimonio es una vocación divina.

Para terminar me gustaría recordar unas palabras del Libro de Ruth sobre el matrimonio: “Te animaré en todo lo que te interese, te comprenderé en todo lo que hay en tu alma, te amaré en todo lo que eres”. Si este ideal se nos antojara inalcanzable, seamos capaces, al menos, de poner delante de cada una de esas promesas un “intentaré”: “intentaré animarte en todo...”. Vídeos de San Josemaría relacionados: Noviazgo limpio Fidelidad en el matrimonio