Una nueva residencia en Madrid

"La fundación del Opus Dei". Libro escrito por John F. Coverdale, en el que narra la historia del Opus Dei hasta 1943.

Poco a poco los miembros de la Obra localizaron a los amigos que habían pasado la Guerra Civil en la zona republicana sin contacto con el Opus Dei. En mayo, Escrivá envió una carta a todos los jóvenes cuya dirección conocía, en la que animaba a hacer apostolado y a reanudar tan pronto como fuera posible a sus estudios: “Volved a vuestros libros: ahí os espera Jesucristo” [1] .

Durante la primavera y principios del verano de 1939, los miembros de la Obra en Madrid buscaron una nueva sede para la residencia. Rezaron por esta intención y pidieron a otros que hicieran lo mismo. En el número de “Noticias” de junio, Escrivá decía: “Pronto tendremos casa..., si ‘empujáis’ con vuestra oración y vuestro sacrificio y vuestros deseos de coger los libros. Mientras, no me perdáis vuestra bendita fraternidad: vividla cada día más, y manifestadla con vuestra colaboración en este afán común de rehacer nuestro hogar” [2] .

A comienzos de julio encontraron tres pisos en el número 6 de la calle Jenner, muy cerca del Paseo de la Castellana. Los dos de la tercera planta albergarían el oratorio, la sala de estar, la biblioteca y las habitaciones de los residentes. En el de la primera irían la cocina, el comedor y las habitaciones de Escrivá, su madre y sus hermanos Carmen y Santiago. La nueva residencia tomó el nombre de su ubicación: Jenner.

Casciaro peinó El Rastro y los comercios de segunda mano en busca de muebles. Con buen gusto y mucho trabajo de restauración, logró dar a los tres pisos un aire acogedor con un presupuesto escasísimo. En el vestíbulo de entrada había un gran mapamundi con la frase tomada del profeta Malaquías “Desde donde sale el sol hasta el ocaso”, para recordar que gente de todo el mundo esperaba el encuentro con Cristo en la vida ordinaria. En otra habitación, el cuadro de una ciudad amurallada tenía la frase del Libro de los Proverbios que llamaba a la caridad fraterna: “El hermano ayudado por su hermano es como una ciudad amurallada.”

La mejor habitación fue destinada al oratorio. A pesar del deseo de dedicar a Cristo en la Eucaristía lo mejor que hubiera, no se pudo hacer mucho a causa de la pobreza. El sagrario, aunque revestido con pan de oro, era de madera. El altar, también de madera, tenía un paño frontal del color litúrgico del día. Los muros estaban cubiertos de arpillera plisada, sujeta por un rodapié de madera y un friso de color castaño junto al techo.

El gusto y el cuidado compensaban la modestia de los materiales. El oratorio invitaba a rezar. Todo centraba la atención en Jesucristo, presente en el Santísimo Sacramento. Dentro de las puertas del sagrario había escritas dos frases del himno Eucarístico Lauda Sion: “Ecce Panis Angelorum” (He aquí el Pan de los Ángeles) y “Vere Panis Filiorum” (Verdadero Pan de los Hijos). En el friso sobre el altar estaban escritas las palabras del himno Ubi Caritas: “Congregavit Nos in Unum Christi Amor” (El Amor de Cristo nos ha congregado en un solo cuerpo). En los muros laterales, el friso estaba decorado con una cita de los Hechos de los Apóstoles: “Erant autem perseverantes in doctrina apostolorum, in communicatione fractionis panis et orationibus” (“Y ellos perseveraban en la doctrina de los apóstoles, y en la comunicación de la fracción del pan, y en la oración”). Los espacios entre las palabras se llenaron con cruces y otros símbolos tradicionales cristianos: la hogaza de pan, la espiga de trigo, el ramo de uvas, la lámpara y la paloma.

El oratorio se convirtió rápidamente en el centro de la residencia. Como apuntó en una carta de julio de 1939: “La casa es sitio de trabajo y de recogimiento: convivencia que estimula y ordena la labor de todos. Y antes que otra cosa, la casa es la vida junto a la Vida” [3] .

[1] Ibid. p. 38

[2] Ibid. p. 333

[3] Ibid. p. 37