Una residencia universitaria en Valencia

"La fundación del Opus Dei". Libro escrito por John F. Coverdale, en el que narra la historia del Opus Dei hasta 1943.

A comienzos del verano de 1940, los fieles de la Obra en Valencia empezaron a buscar un local que pudiera servir de residencia durante el año académico 1940-1941. Tras recorrer gran parte de la ciudad, encontraron un lugar en la misma calle que El Cubil. Había servido de hospital durante la guerra y estaba ruinoso, pero era amplio y prometía mucho.

Unos pocos viajes con una carretilla bastaron para trasladar las escasas pertenencias de El Cubil a la nueva residencia, a la que pusieron el nombre de la calle, Samaniego. El 30 de julio de 1940 cerraron El Cubil y empezaron a acondicionar Samaniego, que tendría capacidad para veinte estudiantes. Casciaro, que se traladó de Madrid a Valencia para ser el director, se encargó de la decoración. El vestíbulo de entrada, que tenía un techo extremadamente alto, planteaba un desafío particular. Para llenar el espacio, Casciaro diseñó un gran repostero que cosió Carmen Escrivá. Representaba un escudo con cardos en su mitad inferior y estrellas en la mitad superior con la leyenda “Per aspera ad astra” (“Por la dificultad, hasta las estrellas”).

Cada vez que venía a Valencia, Escrivá procuraba llevar algún objeto que completara la decoración: unos procedían del hogar de su familia, otros eran regalo de la familia de alguien de la Obra, y algunos otros habían sido rescatados de las ruinas de la residencia de la calle Ferraz. Los miembros de la Obra que vivían en Valencia también pidieron a sus padres y familiares muebles para la nueva residencia. Poco a poco, la casa cobró el aspecto de un hogar de familia, aunque había tan poco dinero que, durante varios meses, no pudieron pagar la cuenta de la luz y tuvieron que apañarse con velas.

Escrivá bendijo la residencia el 20 de septiembre de 1940. Durante la ceremonia, expresó su esperanza de que pronto fuera posible tener allí a Jesucristo presente en el sagrario. Antes de destinarla al nuevo uso, la casa tenía un pequeña capilla que pasó a ser el oratorio de la residencia. Podía ampliarse abriendo unas puertas correderas que conectaban con dos habitaciones contiguas. El altar fue decorado con azulejos del siglo XVII. Federico Súarez, estudiante de Historia que se había incorporado recientemente al Opus Dei, los había encontrado entre un montón de escombros en un solar en construcción. Para el retablo del altar, Fernando Delapuente, miembro de la Obra que vivía en Madrid y que más tarde sería un afamado pintor, hizo una copia de una crucifixión de Van der Weyden. Escrivá celebró la primera Misa en el oratorio el 2 de noviembre de 1940. Después de reservar el Santísimo Sacramento en un sagrario prestado exclamó: “Estoy muy contento. ¡Otro Sagrario!” [1] .

Cuando la residencia de Samaniego abrió, vivían en ella tres fieles del Opus Dei: Casciaro, Fuenmayor, subdirector, y Jesus Urteaga, que había pedido la admisión en el Opus Dei durante el verano y fue a Valencia a empezar la carrera universitaria. Sólo había uno que no pertenecía a la Obra. Había muchas plazas libres y los residentes tardaban en venir. Para llegar a fin de mes, los miembros de la Obra abrieron una academia dirigida a alumnos de secundaria que se preparaban para ingresar en la universidad y que ofrecía también clases de Derecho Civil.

Poco a poco la residencia se fue llenando hasta alcanzar los veinte residentes previstos. Además, muchos otros universitarios iban allí a estudiar y a las clases de formación cristiana. En el primer año de funcionamiento, pidieron pertenecer al Opus Dei cinco de ellos.

[1] AGP P03 1991 p. 312