Apoyo del obispo de Madrid

"La fundación del Opus Dei". Libro escrito por John F. Coverdale, en el que narra la historia del Opus Dei hasta 1943.

En medio de las pruebas, el Opus Dei recibió el apoyo firme y determinado del obispo de Madrid, don Leopoldo Eijo y Garay. Cierto día, con ocasión de una ordenación en la capilla del Seminario de Madrid, aprovechó la solemnidad del momento y declaró: “El Opus Dei es una Obra aprobada por la Jerarquía, y no tolero que se hable en contra del Opus Dei” [1] .

El abad del monasterio benedictino de Monserrat, de influencia y prestigio reconocidos en toda la zona, escribió al obispo Eijo y Garay sobre los rumores que le llegaron y pedía información al respecto. El obispo contestó: “Lo conozco todo, porque el Opus, desde que se fundó en 1928 está tan en manos de la Iglesia que el Ordinario diocesano, es decir o mi Vicario General o yo sabemos, y cuando es menester dirigimos, todos sus pasos... Créame, Rmo. P. Abad, el Opus es verdaderamente Dei, desde su primera idea y en todos sus pasos y trabajos... Y sin embargo, son hoy los buenos quienes lo atacan. Sería para asombrarse si no nos tuviese el Señor acostumbrados a ver ese mismo fenómeno en otras obras muy suyas” [2] .

En otra carta del 21 de junio de 1941 al abad, Eijo y Garay aborda la acusación de que los miembros del Opus Dei se oponían a las órdenes y congregaciones religiosas: “Es una de las más graves calumnias que le han levantado al Opus Dei; yo le garantizo, Rmo. Padre, que es pura calumnia. ¿Cómo podrían amar a la Sta. Iglesia sin amar también el estado religioso? Lo aman, lo veneran, lo proclaman medio de salvación para los llamados por Dios a él; pero no sienten esa vocación, sino la de santificarse en medio del mundo y ejercer en él su apostolado. Esto sienten y esto dicen, sin que ello implique el más leve menosprecio del estado religioso (...). Y ellos creen que, llamados a este género de apostolado, darán, si lo siguen, más gloria a Dios que si, desoyendo su vocación, entrasen religiosos” [3] .

El 1 de septiembre de 1941 Eijo y Garay contesta a dos cartas del abad en las que hablaba de que la campaña contra el Opus Dei crecía en intensidad. Y reiteraba su aprecio a la labor de los miembros de la Obra y a ésta en cuanto tal: “Va segura porque va de la mano de los Obispos, bien asida a ella y sin más afán que obedecerles y servir a la Iglesia; su lema y consigna y orden del día de todos los días es ¡Serviam!” [4]

En esa misma carta describe a Escrivá así: “Un sacerdote modelo, escogido por Dios para santificación de muchas almas, humilde, prudente, abnegado, dócil en extremo a su Prelado, de escogida inteligencia, de muy sólida formación doctrinal y espiritual, ardientemente celoso, apóstol de la formación cristiana de la juventud estudiosa, y sin más mira ni afán que preparar para utilidad de la Patria, y servicio y defensa de la Iglesia, muchedumbre de profesionales intelectuales, que aun en medio del mundo no sólo lleven vida de santidad, sino también trabajen con alma de apóstoles” [5] .

Y volviendo al Opus Dei, añade: “Y en el molde de su espíritu ha vaciado su Opus. Lo sé, no por referencias, sino por experiencia personal. Los hombres del Opus Dei (subrayo la palabra hombres porque entre ellos aun los jóvenes son ya hombres por su recogimiento y seriedad de vida) van por camino seguro, no sólo de salvar sus almas, sino de hacer mucho bien a otras innumerables almas” [6] .

Además de respaldar al Opus Dei contra sus detractores con el peso de su cargo como obispo, Eijo y Garay mostró a Escrivá y a los miembros de la Obra su amistad personal y su afecto. Muchos años después, el fundador recordaba con gratitud y emoción una de esas manifestaciones de cariño: “(...) una noche, estando yo acostado y empezando a conciliar el sueño –cuando dormía, dormía muy bien; no he perdido el sueño jamás por las calumnias y trapisondas de aquellos tiempos-, sonó el teléfono. Me puse y oí: Josemaría... Era don Leopoldo, entonces obispo de Madrid. Tenía una voz muy cálida. Ya muchas otras veces me había llamado a esas horas, porque él se acostaba tarde, de madrugada, y celebraba la Misa a las once de la mañana.

¿Qué hay?, le respondí. Y me dijo: ecce Satanas expedivit vos ut cribaret sicut triticum. Os removerá, os zarandeará, como se zarandea el trigo para cribarlo. Luego añadió: yo rezo por vosotros... Et tu.. confirma filios tuos! Tú, confirma a tus hijos. Y colgó” [7] .

Tras la muerte del cardenal primado de Toledo, Escrivá pensó que la defensa del Opus Dei por parte de Eijo y Garay arruinaría sus posibilidades de ser el próximo primado. Y se lo dijo: “Señor Obispo, no me defienda más, abandóneme. Porque defendiendo al Opus Dei se está jugando la mitra de Toledo”. El Obispo de Madrid le miró y repuso: “Josemaría, me juego el alma. No puedo abandonarle a usted, ni al Opus Dei” [8] . Años más tarde, el obispo Eijo comentaba a uno de la Obra que, frecuentemente, se dirigía así a Jesús delante del sagrario: “Señor: aunque yo no valga gran cosa, cuando llegue ante Ti por lo menos podré decirte: en estas manos nació el Opus Dei, con estas manos bendije a Josemaría. Y éstas espero que sean mis credenciales para presentarme ante el Juicio de Dios” [9] .

[1] Testimonio de José María García Lahiguera. Ob. cit. p. 157

[2] Amadeo de Fuenmayor, Valentín Gómez-Iglesias, José Luis Illanes. Ob. cit. p. 92

[3] Ibid. p. 93

[4] Ibid. p. 93

[5] Ibid. p. 92, nota 22

[6] Ibid. p. 92, nota 22

[7] José Miguel Cejas. VIDA DEL BEATO JOSEMARÍA. Ediciones Rialp. Madrid 1992. p. 131

[8] Álvaro del Portillo. Ob. cit. p. 180

[9] Ana Sastre. Ob. cit. p. 266