El Palau

Biografía de MONTSE GRASSES. SIN MIEDO A LA VIDA, SIN MIEDO A LA MUERTE. (1941-1959) por José Miguel Cejas. EDICIONES RIALP MADRID

Pocos meses después de estos viajes esporádicos comenzaba el primer Centro del Opus Dei en Cataluña, en un piso del número 62 de la calle Balmes, cerca de la de Aragón, algunas manzanas más abajo de la calle París, donde vivían los Grases. Estaba alquilado a nombre de Alfonso Balcells, un profesional joven que, aunque no era del Opus Dei, ayudó a facilitar la gestión, porque era el único de los que iban por allí que tenía la carrera terminada.

Era un pisito pequeño y algo oscuro, pero estaba bien distribuido; y sobre todo se encontraba a dos pasos del corazón de Barcelona, la Plaza de Cataluña; y muy cerca de la Universidad, cosa importante para el comienzo de una labor apostólica con universitarios.

Se alquiló el piso, pero los muebles..., ése fue otro cantar. Más tarde hicieron su triunfal -y solitaria- aparición dos mesas y dos sillas que tardaron bastante tiempo en encontrar compañía.

Cuando volvió don Josemaría de nuevo a Barcelona todavía seguían las mesas y las sillas solitarias en medio de las habitaciones vacías. Así que los estudiantes que vinieron a escucharle tuvieron que sentarse en el suelo, sobre gabardinas y periódicos. No les importaba, y se lo tomaron con buen humor. El Fundador les enseñaba que las obras de Dios no fracasan por falta de medios materiales, sino por falta de espíritu. ¡Ya vendrían esos medios materiales! Ahora, lo importante era confiar en Dios: rezar, mortificarse, trabajar con perfección humana y sobrenatural y llevar a cabo un apostolado vibrante.

Ese era el espíritu con el que se encontraban los que venían por allí. Se veía a la legua que en aquel lugar sobraba alegría, fe y confianza en Dios; y que faltaba algo, de un modo claro, palmario y urgente: dinero.

Había que darle un nombre al piso. Don Josemaría se lo puso con tono alegre y divertido, al recordar el nombre de aquella finca de Fonz con cuya venta su familia le había ayudado a instalar la Residencia DYA.-"¡Bueno! -dijo-. Ya tenemos un 'palau'".Y con ese nombre -Palau, palacio-, tan lejano de su realidad concreta, se quedó.