A educar se aprende… también con películas

Al Club juvenil Arqueros, de Sevilla, van muchos chavales a estudiar, hacer deporte y formarse cristianamente. Es una de las muchas iniciativas para jóvenes que han nacido del mensaje de san Josemaría. Pero aprender a ser mejores no es exclusivo de los chicos, también los padres tienen que mejorar. Para lograrlo, este club se apoya en el cine.

Las películas con valores nos hacen mejores.

El pasado jueves 27 de mayo, en el salón de actos del Club Arqueros se celebró la clausura del ciclo “Escuela de Padres: a educar también se aprende”. El acto consistió en una conferencia titulada “La familia en el cine”, a cargo de Juan Jesús de Cózar, colaborador de publicaciones de crítica cinematográfica.

Durante la conferencia se proyectaron varias secuencias de películas que han marcado un hito en la historia del cine. Para el Director del Club Arqueros, “el objetivo del ciclo era concienciar a los padres de la necesidad de mejorar cada día la tarea de educar e intercambiar experiencias entre los padres y los responsables de este centro educativo”.

El Seminario Permanente “Televisión y familia” ya había celebrado en otras ocasiones. Entonces, se analizó la “Responsabilidad de todos ante el fenómeno de la TV” y la “Publicidad y la familia”.

En esta ocasión, Juan Jesús de Cózar señaló que “no se trata de defenderse del cine sino de saber escoger el buen cine. Como no es preciso defenderse de la mala literatura, ni de la mala música, ni de la mala fruta, cuando se va al mercado. Por tanto, más que aprender a ver cine hay que aprender a elegir bien”.

Y prosiguió: “La sociedad actual está necesitada de héroes ejemplares aunque no existan muchos en la realidad , porque estimulan lo mejor de las personas; héroes que encarnen todo aquello que no somos, pero que desearíamos alcanzar; héroes que nos animen a ser buenas personas”.

El amor familiar en el cine

El ponente habló de familia y cine.

“El amor ha sido y es el tema más universal en la historia del cine”, señaló. Desde los años 60, el tratamiento cinematográfico del amor se ha apoyado fundamentalmente en las relaciones entre los enamorados, los novios y los amantes. Generalmente, la familia era mostrada en el cine tan sólo como una fuente de conflictos; quizá como un ámbito más o menos interesante, pero no como un tema sobre el que mereciera la pena reflexionar.

Pero “los años 90 están marcados en los Estados Unidos por una vuelta a los valores tradicionales norteamericanos. Como es lógico, esta tendencia se ha materializado en una buena colección de películas, que vuelven la mirada sobre la sociedad y la familia. Frente a la moral materialista del triunfo a cualquier precio, estas películas dan especial importancia a la unidad familiar, a la comprensión entre padres e hijos como factor decisivo de estabilidad personal e integración social, y al importante papel de la religión católica. Y nos vienen a decir que la familia, la tradicional, la de siempre, sigue siendo árbol que cobija, nido del niño, palestra del joven, conquista de los esposos y amable refugio del anciano”.

“El cine debe ser tal –concluyó- que el espectador, al final, salga de la sala más libre y, en lo íntimo, mejor que cuando entró. Más libre porque nos enseña lo que somos: seres abiertos a los horizontes infinitos de la verdad y del bien”.