Audios: santificar la vida de familia

Incluimos dos nuevos audios en la sección Multimedia sobre la santificación de la vida de familia y la educación de los hijos

SANTIFICACIÓN DE LA VIDA DE FAMILIA. TEATRO COLISEO. BUENOS AIRES (ARGENTINA). 23-VI-74

Padre, yo quisiera pedirle a ver si usted nos puede hablar algo sobre un tema que usted muchas veces nos ha dicho algo, y es que usted bendice el amor humano con sus dos manos de sacerdote

¿Y qué quieres que diga yo de eso? Cómo no voy a bendecir el amor humano si lo ha bendecido el Señor y lo ha consagrado instituyendo un sacramento, que San Pablo dice que es el sacramento grande, sacramentum magnum, le llama.

El sacramento santo del matrimonio, no es sólo un contrato; es a la vez contrato por el cual de dos carnes se hace una… ¡Cuidado! que lo dice duramente la Sagrada Escritura, ¡pero hermosamente!, y yo no puedo menos de amar ese amor humano, que el Señor me ha pedido a mí que me lo niegue. A mí me lo ha pedido, pero lo amo en los demás, lo amo en el amor de mis padres, lo amo en el amor vuestro, de los cónyuges entre sí. No te extrañe que yo os bendiga ese amor, que ha consagrado el Señor con un sacramento, que es sacramento grande.

Ahora, ¡quereos de verdad! Y como os aconsejo siempre: marido y mujer, pocas riñas. Más vale no enredar con la felicidad. Ceded vosotras un poquito. Él cederá también.

Luego, delante de los hijos, no riñáis; que los niños se fijan en todo, que los niños forman enseguida su juicio. No saben que San Pablo ha escrito: qui iudicat Dominus est, que es el Señor el que juzga. Y ellos se erigen en señores, aunque tengan tres o cuatro años, y piensan: mamá es mala o papá es malo. ¡Es un lío feroz, pobres criaturas!, ¡qué tragedia! No hagáis esa tragedia en los corazones de vuestros hijos. Esperad un poquito, tened paciencia; y ¡ya reñiréis!, cuando el chico esté dormido reñís. Pero poquito, sabiendo que no tenéis razón. Ya se os ha pasado el enfado, se os ha pasado el enfado, y aquél de los dos que cree que tiene razón, le tiene que decir al otro: perdóname, porque verdaderamente soy impaciente, y te quiero con toda mi alma…

EDUCACIÓN DE LOS HIJOS. (2’ 19”)COLEGIO TABANCURA. SANTIAGO DE CHILE (CHILE). 2-VII-74

Padre, a algunos nos pasa que todos los días al llegar la tarde sentimos simultáneamente el tirón de seguir trabajando para aprovechar las mejores, las horas más tranquilas, o de irnos a la casa para estar con los hijos y hacer la vida de familia. ¿Qué nos recomienda hacer para actuar bien, como Dios quiere, ante esta disyuntiva?

Yo sé que sois muy prácticos los hombres de este país, y que a ti te interesará hacer lo más importante. Y el mejor negocio que tienes es el de educar a los hijos. Por lo tanto, vete con tu mujercita y con tus niños. Si es necesario ponerse a gatas con los pequeños, te pones a jugar con un tren o con soldaditos —ya no hacen soldaditos de plomo, qué pena—. Y a hacerte amigo de tus hijos; este es el gran consejo.

Vosotras y vosotros, los que sois pequeños todavía, la mejor amiga que tenéis es mamá, aunque a veces se enfade. Y si se enfada es porque le dais motivo. Y el mejor amigo que tenéis es papá. Por lo tanto, si se os ocurre alguna cosa y queréis saber alguna cosa de la vida, no se la preguntéis a un amigo ni a una amiga, no, no. Vais a mamá o a papá. Los chicos van a papá: oye papá, me pasa esto. Y le decís crudamente, claramente, con las mismas palabras lo que le ibais a decir al amigo. Y papá os explicará todas las cosas. Y las niñas vais a mamá. ¡Nadie os quiere tanto como ellos! Por lo tanto, procurad, vosotras y vosotros haceros amigos de vuestros papás, y todo andará bien.

Y los papás, que estén asequibles, que no sean unos tranquilos, que dejan a la mujer todo el peso de la casa y la educación de los hijos. ¡Parece mentira que os salgan unos hombres tan hombres cuando tienen que educarlos las mujeres!