“¿Cuál es el mundo en el que queremos vivir?”

Clara Fontán firma en Aceprensa un artículo sobre BeToCare, un evento que hace apenas un mes reunió en Roma a más de 150 personas comprometidas en 70 organizaciones sociales de 30 países.

La pregunta que titula este artículo, “¿Cuál es el mundo en el que queremos vivir?”, fue formulada por Anna Claire Pache, profesora en Innovación Social de la ESSEC Business School en París, en el panel que dio inicio a BeToCare.

Añadió una segunda pregunta: “¿Y qué vida queremos vivir en este mundo?”. La visión del mundo que propugnaba tenía tres mensajes: el protagonismo de todas las personas; llegar al cambio social por la mejora personal; y una formación que comprenda la sensibilidad social.

En síntesis, una convicción que empieza en el interior de cada persona: todos somos vulnerables, todos nos necesitamos.

Clara Fontán recoge en su artículo publicado porAceprensa varias iniciativas sociales presentes en BeToCare, que reflejan que la inclusión es mucho más profunda que un simple cumplimiento de conductas externas. Por ejemplo, la Fundación Espartanos, fundada por el abogado argentino Eduardo Oderigo, que se dedica a enseñar rugby en las cárceles como solución para que los presos que salen en libertad no reincidan.

En el artículo también se relata parte de la historia de Alejandra Costas, que dirige uno hogar para gente sin vivienda en la ciudad de La Paz (Bolivia), que aseguró en su intervención: “No es lo mismo dar de comer a los pobres que comer con ellos. El compromiso cristiano va más allá que un acto de caridad: es poder tener la capacidad de sentarte con tu hermano a compartir tu vida, a compartir tu tiempo”.

El prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, impartió la conferencia que dio el marco de BeToCare, y en la que trató de cuatro dimensiones: la espiritual, la profesional, la personal y la colectiva: “En vuestra actividad se fusionan todas las dimensiones que consideramos: fundamento espiritual, trabajo profesional y cuidado de los necesitados tomados como grupo (caridad social) en el que se afirma también la dignidad de cada uno (caridad personal). Se une así la necesaria competencia profesional de un área que requiere cada vez más especialización, con el espíritu cristiano expresado en las obras de misericordia. Se podría decir que quienes promovéis o colaboráis con estas labores aspiráis a ser al mismo tiempo samaritanos y posaderos”.