Declaraciones de personalidades sobre D. Álvaro

Tras el fallecimiento de don Álvaro, el 23 de marzo de 1994, diversas personalidades eclesiásticas y civiles manifestaron su pesar y su cariño por el sucesor del Fundador del Opus Dei. Con una actitud humilde y de servicio, supo ganarse el corazón de miles de personas.

Juan Pablo II: “Siervo bueno y fiel”

“Mientras recuerdo con agradecimiento al Señor la vida llena de celo sacerdotal y episcopal del difunto, el ejemplo de fortaleza y de confianza y de confianza en la Providencia divina que ha ofrecido constantemente, así como su fidelidad a la Sede de Pedro y su generoso servicio eclesial como íntimo colaborador y benemérito sucesor de san Josemaría (entonces beato), elevo al Señor fervientes sufragios para que acoja en el gozo eterno a este siervo bueno y fiel, y envió para consuelo de cuantos se han beneficiado de su dedicación pastoral y de sus preclaras dotes de mente y de corazón una especial bendición apostólica”.

Javier Echevarría, prelado del Opus Dei: “Tuvo una ambición: ser buen hijo de Dios”

“Conocí a mons. Alvaro del Portillo a finales de los años 40, y he estado muy cerca de él desde que me trasladé a Roma en 1950. Esta persistente cercanía –más de 40 años- me ha permitido conocer a fondo su gran inteligencia, su vasta cultura, su capacidad de trabajo, la serenidad de su ánimo y, lo que es más importante, la profundidad de su fe y la intimidad y riqueza de su relación con Dios. Tuvo una única ambición: ser un buen hijo de Dios y un servidor fiel de la Iglesia, según el espíritu recibido de san Josemaría y siguiendo su ejemplo”.

Joaquín Navarro-Valls, director de la Oficina de Prensa del Vaticano: “Buen humor y un carácter optimista”

"Fue una persona con dos rasgos especiales: buen humor y un carácter muy optimista y positivo. Representó la continuidad más fiel al fundador del Opus Dei. Ha dejado tras de sí una huella imborrable, característica de los hombres de Dios que han cumplido silenciosamente una misión para el bien de los demás”.

Cardenal Ángel Suquía: "Tenía un corazón ancho, en el que cabía todo el mundo"

“Era un hombre esencialmente bueno, entrañable en su conversación, muy prudente y muy alegre y animoso. No recuerdo haber salido nunca de estar con él sin más alegría que antes de haber entrado. Amaba a Dios mucho y a la Obra tanto como a Dios. Tenía un corazón ancho en el que cabía todo el mundo”.

José Luis Olaizola, escritor: “Su fidelidad, el mejor ejemplo”

“Don Álvaro estaba siempre en lo mejor de la vida, porque de su vida había hecho un eterno presente en la presencia de Dios. Se entregó a su vocación al Opus Dei con una fidelidad que es el mejor ejemplo que nos pudo dejar: fidelidad al fundador, al Santo Padre, a los hermanos en la fe, y amor a cuantos se cruzaban en su camino”.

Monseñor Amigo, cardenal arzobispo de Sevilla: “Un hombre providencial”

“Álvaro del Portillo ha sido el hombre providencial con el que contó el Opus Dei para la importante etapa que se abrió en la institución después de la muerte del fundador”.