Una homilía en la Parroquia

Biografía de MONTSE GRASSES. SIN MIEDO A LA VIDA, SIN MIEDO A LA MUERTE. (1941-1959) por José Miguel Cejas. EDICIONES RIALP MADRID

Eran tiempos de alegría y de oración por el nuevo Pontífice en toda la Iglesia. En los periódicos se daban las primeras noticias sobre la personalidad de Juan XXIII, con su gran humanidad y su semblante afable y sonriente; en las tertulias familiares se glosaba su figura, y era tema preferente de las homilías de las parroquias. Aunque no en todas... En aquel mes de noviembre algunos sacerdotes preferían no olvidar los temas acordes con las festividades recientes, como la fiesta de Todos los Santos y el día de los fieles difuntos.

"No se me olvidará nunca aquel 9 de noviembre... -cuenta Manolita-. Aquel domingo, por una serie de circunstancias, no fuimos a Misa a nuestra Parroquia, como teníamos por costumbre, sino a la Misa de diez de la Parroquia de Nuria. Y el sacerdote empezó el sermón hablando sobre la muerte: de la rigidez del cadáver, del ataúd, de la sepultura, etc. Nos puso un ejemplo para que nos hiciésemos a la idea de que eso no tenía que sobrecogernos. 'Supongamos -dijo- que uno de vosotros está enfermo, que tiene un tumor en la pierna: un tumor canceroso que le proporciona mucho sufrimiento y que, como es natural, acabará con su vida. El médico ordena amputar la pierna, y eso hace que la persona se vea liberada de aquel miembro que es causa de sus sufrimientos. ¿No creéis que ha de ver sonriente cómo entierran aquella parte de su cuerpo que era para ella sólo ocasión de dolor? Pues así el alma mirará desde el Cielo cómo entierran su cuerpo, también causa para ella de dolor y pecado'.

Yo tenía la cara bañada en lágrimas... Pero Montse, que estaba sentada delante de nosotros con alguno de sus hermanos, se volvió hacia mí con una cara sonriente y divertida, y me hizo un gesto como diciendo: 'si éste supiera...'.

Fue de las pocas veces que me vio llorar... Porque es verdad: aquella enfermedad nos hizo llorar mucho, mucho... pero yo, para no entristecerla ni a ella ni a los demás, procuré estar alegre y no llorar nunca delante de ella. Y creo que con la ayuda de la Santísima Virgen lo conseguí".